“Sin descuento jubilatorio”, así figuran en la clasificación en las estadísticas del Indec. Sin embargo, ese no es el único beneficio que pierden los trabajadores informales respecto a los formales, más conocidos como trabajadores “en blanco”. Los trabajadores “en negro”, además de perder los aportes jubilatorios, tampoco reciben contribuciones, cargas sociales, seguro médico, vacaciones pagas, o la protección a través de los derechos constitucionales del trabajador y las leyes laborales, es decir, que por ejemplo tampoco los alcanzo la prohibición de despido durante la pandemia o la doble indemnización.
También se pueden ubicar en este grupo a los monotributistas y los autónomos, que se encuentran dentro del empleo formal pero tampoco los alcanzan las ventajas antes mencionadas.
Situación laboral en el país
Según el último informe publicado por el Indec, que data de diciembre, son cerca de 2,9 millones los trabajadores “sin descuento jubilatorio”. Representan el 33,1% de los ocupados calculado en base a la población económicamente activa (PEA), es decir, las personas con una ocupación o aquellas que están disponibles para trabajar.
El último trimestre del 2021 no fue la excepción a la tendencia desde el 2020, siguen siendo la categoría que más aumenta, es decir que la mayoría de los puestos de empleo que se generan en el país se encuentran en este universo. Un universo que todavía está por debajo del radar del Estado y por definición tiene salarios más desprotegidos contra la inflación ya que no están incluidos en las negociaciones salariales. Los salarios de los trabajadores informales están nada menos que 17 puntos porcentuales por debajo de la inflación.
Ignacio Ruiz, economista de Ecolatina, calcula que tres de cada cuatro nuevos empleos creados durante el tercer trimestre de 2021 son cuentapropistas o asalariados informales.
Economía de changas
Los datos coinciden con un estudio sobre empleo e informalidad en América Latina publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) donde expresan que el 82% de los empleos surgidos en la Argentina después del segundo trimestre de 2020 no tienen protección social.
Las posibles causas son varias. El fenómeno se explica con los déficits que el mercado laboral en nuestro país ya existía pero tiene que ver también con que fue este segmento el más golpeado por la contracción económica durante la pandemia de Covid-19 y predominó en cuanto a pérdidas de puestos de trabajo. En el sector registrado, los puestos quedaron más protegidos y además, hubo una tendencia a reducir la cantidad de horas trabajadas por lo que a partir de las reaperturas y el levantamiento de las prohibiciones no se generó la necesidad de nuevas contrataciones, simplemente volvieron a las horas que solían trabajar antes. El análisis de los especialistas advierte que existe el riesgo de una mayor informalización.
La falta de inversión también influye en la poca oferta de trabajos formales en empresas. Se relaciona inevitablemente con la crisis económica. En la Argentina la contracción en 2020 (9,9%) fue superior al promedio regional (6,6%). En Brasil la caída fue de 4,1%, en Chile de 5,8%, en Uruguay de 5,9% y en Paraguay de 0,6%.
La predominancia de la informalidad en los puestos nuevos responde en última instancia a un escenario de base, previo a la pandemia y de larga data, marcado por una predominancia de trabajadores no registrados y cuentapropistas de muy bajos ingresos. Aproximadamente la mitad de los trabajadores estaba antes del inicio de la pandemia y está actualmente en esa situación.
También se produjo un aumento del emprendedurismo y los freelancers gracias a las nuevas herramientas digitales. El último informe de Ecolatina sobre la situación del empleo destaca que el ritmo del mercado laboral va a seguir influenciado en parte por el cuentapropismo, que creció casi un 14% interanual y ya está casi un 10% por arriba de 2019. \”Es una tendencia global impulsada por las nuevas tecnologías y exacerbada, en nuestro país, por la necesidad de apuntalar los ingresos reales familiares\”, señala el informe.
La crisis y la inflación impactan directamente en la pérdida del valor real de los salarios. Los sueldos pierden frente a la inflación y mucha gente tiene la necesidad de “rebuscársela” y generar ingresos extra. Según una encuesta reciente de la consultora PxQ para Uber, en la Argentina el segundo motivo (30%) por el que los choferes se incorporan a la plataforma es porque necesitan generar ganancias adicionales pese a que ya tienen otra fuente de ingresos.
Paralelamente, quienes ofrecen trabajo reclaman una mejora en las leyes laborales actuales (y endurecidas en el marco de la pandemia) que podrían no favorecer la contratación de nuevos profesionales y la ampliación de la fuerza laboral. Piden por una flexibilización que permita contratar y despedir más fácil.
Presión tributaria y pesadas cargas
\”Si tu horario laboral es de 9 a 18 horas, recordá que hasta las 14:25 vas a trabajar para pagar impuestos. Si trabajás de lunes a viernes, hasta el miércoles a las 15 horas vas a trabajar para el Estado. Que disfrutes de tu jornada. Saludos. Fin\”. De forma sarcástica ya través de un tuit, el economista Manuel Adorni buscó explicar la \”carga tributaria fenomenal\” que hay en Argentina. Adorni señala en diálogo con El Cronista que un empleado privado en relación de dependencia puede dedicar hasta un 60% de su semana laboral solamente para afrontar los impuestos nacionales y locales.
En un contexto de alta presión impositiva sobre el trabajo en sí, los incentivos para que los trabajadores independientes se formalicen podrían ser menores que los incentivos de estar “en negro”. Es decir, un trabajador podría preferir esquivar las obligaciones impositivas que implican trabajar de manera formal para evitar pagar semejante suma de impuestos y elevar sus ganancias, básicamente, su sueldo. También, los empleadores podrían optar por no formalizar a su fuerza laboral para reducir sus costos: pagar salarios brutos más bajos y no brindar seguro médico y otros beneficios, corriendo el riesgo que esto implica.